Fernando Rielo, ¡un hombre que buscó la santidad en común!
Fernando Rielo Pardal nace en Madrid (España) el 28 de agosto 1923. Desde muy niño vivió el amor a Dios en la Persona del Padre, de tal manera que ha regido su vida entera y marcado la espiritualidad de sus hijas e hijos.
A los 16 años una íntima experiencia le marcó para siempre. Fue la llamada de nuestro Padre Celestial: sé santo, hijo mío, como yo soy santo. Él mismo relata: y yo le prometí que siempre me habría de arrepentir de todo aquello que le desagradara y que me pasaría toda mi existencia buscando su voluntad… y comencé a anhelar que en el corazón de todos los hombres entrara esta palabra de Padre.
Su pasión por Cristo le llevó, en esa época, a cincelar una oración que más tarde transmitirá a sus hijas e hijos identes, formando parte de su observancia: te prometo, señor, vivir y transmitir el Evangelio con el sacrificio de mi vida y de mi fama, fiel al mayor testimonio de amor: morir por Ti.
Esta intensa espiritualidad se concretará con su ingreso a los 23 años en la Congregación del Santísimo Redentor, con quienes cursará los estudios filosófico-teológicos. Pero la Providencia tenía otros proyectos para su vida, por lo que sale de ella en 1954 y se reincorpora al mundo laboral en espera de nuevos signos de la voluntad divina. Es destinado como funcionario del Estado a Santa Cruz de Tenerife (Islas Canarias). Allí nacerá, el 29 de junio de 1959, el Instituto Id de Cristo Redentor, misioneras y misioneros identes.
A la fundación religiosa seguirán otras, con el deseo de buscar todas las vías posibles para llevar el Evangelio a todas las gentes. Esta aspiración desarrolló en él una extraordinaria creatividad en los ámbitos religioso y civil. Quiso hacer suyas las necesidades espirituales y sociales de la vida humana, creando diversas fundaciones y asociaciones en beneficio del bien espiritual, moral y civil de la humanidad.
En 1988 se traslada a Nueva York, a petición de sus hijas e hijos, para recibir especial asistencia médica necesaria tras la amputación de su pierna derecha.
Esto, y otras enfermedades, le impedirán el ejercicio ordinario de movimientos. En dicha ciudad, morirá el 6 de diciembre de 2004, bajo el tierno cuidado de sus hijas e hijos en aquella ciudad.